Descentralización: avances, deudas y riesgos

Se trata de un compromiso asumido por el gobierno, cuyos esfuerzos hasta el momento muestran pocos avances y cambios por venir, describe la siguiente columna de Opinión para CIPER: «En materia de descentralización, para nuestro país aún existen grandes deudas, cuya actualización se ve obstaculizada por la falta de voluntad real del poder ejecutivo para entregar el poder a los territorios, de tener capacidad instalada para asumir nuevas responsabilidades y de la presencia y coordinación de una participación ciudadana activa que monitoree posibles delitos de corrupción.

miAl mes siguiente, el compromiso asumido por el Viceministro de Desarrollo Regional y Administrativo de reactivar el desarrollo de la «Política Nacional de Descentralización», protocolo que fue firmado en enero de 2023 del gobierno y de los gobernadores regionales. Se trata de un esfuerzo de largo plazo que ya comprometió a nuestras autoridades en 1990, cuando el trabajo coordinado entre esta subsecretaría, entonces liderada por eminentes profesionales y académicos, y la del interior condujo a la creación de gobiernos regionales (en 1993).

Desde esa fecha hasta la actualidad se ha adquirido experiencia y se han logrado avances importantes en el ámbito legislativo al respecto, como la reforma constitucional que permitió la elección popular del órgano ejecutivo del gobierno regional (Ley N° 20.990) y el gobernador de distrito, así como la transferencia de competencias a los gobiernos regionales (Leyes N° 21.073 y N° 21.074). Sin embargo, En términos de descentralización, nuestro país aún tiene grandes deudas, cuya actualización se ve obstaculizada por la falta de voluntad real por parte del poder ejecutivo de entregar el poder a los territorios, tener capacidad instalada para asumir nuevas responsabilidades y coordinar la participación activa de la ciudadanía en la supervisión de posibles delitos de corrupción. Esta columna, basada en simple observación y referencia a información oficial, presenta lo que se considera avances en el proceso de descentralización, considerando el período de los últimos cinco años, así como también identifica importantes temas pendientes.

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Si tomamos en cuenta las dificultades que enfrentó la descentralización en sus inicios, cuando la organización de los gobiernos regionales consideró la figura del alcalde regional en la doble función de director ejecutivo del gobierno regional y representante del presidente de la república en los respectivos órganos jurisdiccionales territorio, podemos señalar que los avances en este sentido han demostrado lo difícil que ha sido y sigue siendo «soltar» cualquier poder. De esta realidad a hoy No podemos ignorar el cambio significativo que representa para el proceso de descentralización la elección directa de gobernadores regionales.quienes, posicionados en su rol, han exigido –con razón- mayores habilidades y recursos que les permitan responsabilizarse del desarrollo de sus territorios.. Se trata de un cambio significativo, sin vuelta atrás, que da un nuevo impulso al proceso de descentralización, que debe estar sustentado en la construcción de confianza entre las autoridades centrales, regionales y locales, y de forma muy similar a lo que ocurrió con la creación de las autoridades regionales. gobiernos en 1993 y el doble rol del alcalde, hoy los gobernadores regionales electos están limitados por la presencia del nivel central en los territorios a través de la figura del delegado presidencial. Así, entre las deudas por saldar en este esfuerzo nacional, podemos contar algunas de las siguientes:

• El hecho de que los gobiernos regionales sean las instituciones encargadas de impulsar un proceso de desarrollo comprometido con la identidad de sus territorios requiere una revisión de la forma de vinculación y coordinación que el gobernador regional mantendrá con las instituciones públicas radicadas en la respectiva región (autoridades regionales). direcciones de oficinas públicas, secretarías ministeriales regionales, delegados presidenciales, etc.). Según opiniones de expertos (GALILEA 2023; DE BAER 2024), es la figura del delegado presidencial la que tiene mayor impacto en el proceso de descentralización.

• Habiéndose comprometido el gobierno con los gobernadores regionales a eliminar la figura de los delegados presidenciales, queda pendiente de concretar esta medida, sometiéndose únicamente a las autoridades especificadas el uso de edificios públicos Que eran representantes del poder político en los territorios.

• En un esfuerzo por cumplir con sus compromisos de descentralización, el gobierno de Gabriel Borich se vio obligado a invertir recursos en la redistribución del personal relacionado con el servicio interno de gobierno integrado por las delegaciones presidenciales. Hay exasperación por parte de aquellos profesionales que han hablado pública y privadamente de los abusos durante el juicio. Se podría decir que son la primera «víctima» de un impulso que hasta ahora ha carecido de una cooperación real. Las palabras del presidente de la Federación Nacional del Ministerio del Interior y Servicios Conexos (FENAMINSA) son elocuentes: “El mismo problema que se ha alarmado durante años volverá a ocurrir. Los funcionarios de los gobiernos nacionales seguirán sujetos a la discreción -y muchas veces a la arbitrariedad- de los órganos de la Oficina, con competencias en constante discusión, con deficiencias dramáticas en infraestructura, mobiliario y equipamiento y con una DFL permanente del siglo XIX que sólo santifica la desigualdad» (Informe al Gobierno Nacional, Comisión de Nacionalidad, Ciudadanía y Regionalización 2021).

• El compromiso del Presidente Borich de abolir la figura del delegado presidencial se ha desvanecido con el tiempo, haciendo imposible que su administración dé una respuesta definitiva debido a posibles costos políticos. De esta manera, se sigue visibilizando la realidad del trabajo de los funcionarios domésticos, mientras el gobierno se expone libremente ante los gobernadores de distrito, que nuevamente atacan para cobrar el cumplimiento. Tal vez lo que fue declarado La ministra Carolina Toha es más acorde con lo que debe suceder: «Ese compromiso no significa simplemente quitar a los delegados, sino cambiar la figura, hacer una modificación de cómo es la institucionalidad, la presencia del gobierno central en las regiones, esta actualmente se considera insatisfactorio. Lo más probable es que el número de delegados se mantenga en el tiempo para proteger la línea de trabajo en cuestiones de gobernanza interna -principalmente seguridad y orden público-, pero será necesario realizar modificaciones y ajustes a nivel institucional, así como tener en cuenta cuenta los efectos que tendrá el establecimiento del Ministerio de Seguridad Públicacual hasta la fecha crea tensión para las funciones regionales del futuro Secretario de Estado.

• Otorgar poderes a los delegados sólo en asuntos de gobierno interno (y para aquellos preocupados por preservar la naturaleza unitaria del país) revisar la posibilidad de añade competencias en materia de supervisión administrativa (técnica para suavizar el control que ejerce la administración centralizada sobre los órganos descentralizados) de las autoridades territoriales, lo que podría ser una alternativa que dé espacio al gobierno regional para responsabilizarse del desarrollo de sus territorios. De particular interés es el hecho de que los gobiernos regionales a partir de 2022 pueden solicitar la devolución directa, lo que puede no haber sido una prioridad debido a la elección de un camino común acordado con el gobierno central. Esto añadirá retrasos y limitaciones al actual proceso de descentralización.

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Los esfuerzos por avanzar en la descentralización han estado presentes en mayor o menor medida en el discurso de todo gobierno democrático desde la década de 1990, y en este sentido surge la necesidad de desarrollar un proceso participativo que respete las diferencias entre las regiones, promoviendo así una modernización del Estado. que sea un beneficio justo para los ciudadanos, independientemente de la ubicación física en la que vivan. Generalmente, Se espera una política descentralizadora que tenga en cuenta las opiniones de la gente común, de los habitantes de los respectivos territorios y que además cuide y respete las características de cada región, identificando el potencial de desarrollo en cada una de ellas.

Con base en esto, cabe preguntarse si la población de los territorios tiene un interés real en el proceso de descentralización propuesto desde el nivel central casi como una panacea para un mayor y más justo desarrollo. Incluso cuando se reconocen los beneficios asociados con la profundización de la descentralización, es necesario para su éxito que el proceso sea demandado por las fuerzas vivas de los territorios. La participación colectiva y el empoderamiento en el diseño e implementación del proceso son vitales para el ejercicio de una supervisión ciudadana efectiva de la gobernanza de los gobiernos regionales y locales. Recordemos que una de las consecuencias del llamado “Caso de las Fundaciones” fue la pérdida de confianza en algunos organismos territoriales, además del control relacionado con la gestión pública, que quedó en entredicho.

Un proceso que implica el traspaso de poder del gobierno central a los gobiernos regionales y locales requiere que cada nivel esté preparado para asumir tan gran responsabilidad y que tengamos la capacidad instalada necesaria para crear un buen gobierno que asegure el bienestar. de sus ciudadanos. Implica también un importante cambio cultural y organizativo en el aparato público y la necesaria formación de sus empleados.

A dos años del fin del gobierno del presidente Borich, se espera que este esfuerzo de descentralización sea mucho más que la creación de comités, la contratación de «coordinadores» relacionados con el proceso, el desarrollo de diálogos y jornadas de participación, reuniones con gobernadores y alcaldes organizados. , compromisos del gobierno/autoridad territorial… en definitiva, todo lo que se base únicamente en la elaboración de un documento llamado «Política Nacional de Descentralización», que ha quedado olvidado y que trata -única o principalmente- transferencia de algunas competencias a los gobiernos regionales (cuya naturaleza muestra la poca confianza que tenemos en ellos). Lo que se requiere es acordar y desarrollar un modelo institucional que asegure la viabilidad del proceso, y así avanzar al menos en la instalación de regiones piloto para implementar un modelo de trabajo. También es necesario disponer con prontitud todo lo relativo a la figura del delegado presidencial, tanto respecto de los gobernadores regionales como respecto del personal de los servicios internos del Estado.

Un proceso de descentralización eficaz y bien gestionado demostrará que hay voluntad y claridad en el propósito, la dirección y las metas de todo lo que Foro de Descentralización establecido hace dos años en su hoja de ruta. De lo contrario, esta cuestión popular se agotará en la distribución de competencias secundarias correspondientes a tareas y/o actividades de procesos que siguen siendo gestionados fundamentalmente fundamentalmente desde el nivel central.

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