Los recientes recortes al presupuesto de desarrollo de Francia contrastan marcadamente con el compromiso declarado del presidente francés Emmanuel Macron de liderar las cuestiones humanas y ambientales globales. Para preservar su credibilidad y su legado, es imperativo que Macron revierta estas decisiones con carácter de urgencia.
El año pasado, Macron presidió una cumbre de líderes mundiales en París, impulsando los esfuerzos para forjar un nuevo pacto financiero. La misión era muy clara: «sentar las bases para un sistema financiero internacional revitalizado, asegurando que ninguna nación tenga que ceder en la reducción de la pobreza, la acción climática o la conservación de la biodiversidad».
Macron ha sido durante mucho tiempo un firme defensor de la financiación de las naciones en desarrollo y de iniciativas globales vitales como la protección del medio ambiente. Desde su grito de guerra de «hacer que el planeta vuelva a ser grande» hasta sus promesas de campaña antes de su primera elección en 2017, Macron ha enfatizado consistente e implacablemente la urgente necesidad de apoyo financiero para los más vulnerables. Respaldada por el apoyo parlamentario unánime en 2021, Francia se comprometió por ley a aumentar la ayuda al 0,7% del ingreso nacional bruto para 2025, basándose en las promesas de Macron de aumentar la ayuda francesa al 0,55% del INB. Macron también fue el primer líder de naciones más ricas en comprometerse a redistribuir los llamados derechos especiales de giro, un tipo de activo de reserva del FMI, a los países necesitados. Por estas medidas, Macron fue elogiado con razón tanto por los líderes del Sur como por las organizaciones sin fines de lucro.
Sin embargo, el gobierno de Macron optó recientemente por recortar la ayuda en 742 millones de euros, lo que supone el mayor recorte de Francia en una década. ¿Qué causó este cambio? Como miembro de la eurozona, Francia está sujeta a las normas fiscales de la UE que limitan sus niveles de déficit y deuda. En febrero, el Gobierno decidió recortar 10.000 millones de euros en el presupuesto actual, afectando a varios sectores como la educación, para cumplir con estas normas. Además, las perspectivas de crecimiento en Europa ya no parecen tan optimistas como hace unos meses.
Sin embargo, esta no es la historia completa. Francia está a la vanguardia en el uso de financiación innovadora para ayudar a las naciones más pobres. La población francesa siempre ha apoyado la ayuda a las naciones más pobres y vulnerables, lo que explica los esfuerzos en curso para complementar los recursos presupuestarios tradicionales con medios alternativos. Francia es pionera en contribuir al IffIm, un sistema de bonos que financia las vacunas. El presidente Chirac inició el impuesto a los billetes de avión en 2006, al que se sumaron países de todo el mundo, financiando principalmente iniciativas de salud como la lucha contra el VIH/SIDA. El Presidente Sarkozy dio prioridad a las fuentes innovadoras de financiación para el desarrollo en su agenda del G20 en 2011 al introducir un Impuesto a las Transacciones Financieras (ITF). El presidente Hollande destinó parte de los ingresos del SFS al desarrollo y la acción climática. Esto refleja una larga tradición en todo el espectro político. De manera similar, el presidente Macron desempeñó un papel clave en el establecimiento de un grupo de trabajo sobre tributación internacional, un resultado clave de su cumbre del año pasado. Liderado por Francia, Kenia y Barbados, el grupo de trabajo tiene como objetivo ofrecer opciones claras de impuestos o tasas para un grupo selecto de países de vanguardia para la COP30.
Si bien defiende impuestos innovadores para apuntalar recursos escasos para el desarrollo y el clima en el escenario global, el gobierno francés ha mostrado menos iniciativa en casa. Francia aplica un impuesto del 0,3% a la compra de acciones y alrededor del 25% de los ingresos se destina al desarrollo. No sólo para revertir los recientes recortes sino también para aumentar la financiación, el gobierno podría impulsar el SFS, que actualmente genera alrededor de 2.000 millones de euros al año.
Tres cambios podrían mejorar la eficacia del impuesto: primero, aumentar la tasa impositiva al 0,5%, poniéndola a la par con el impuesto de timbre del Reino Unido, un impuesto que Margaret Thatcher aumentó en los años 1980. En segundo lugar, mejorar la recaudación de impuestos mediante una aplicación más estricta puede aumentar significativamente los ingresos. En tercer lugar, la eliminación de las exenciones para las transacciones intradiarias, que actualmente solo informan su resultado neto al final del día a efectos fiscales, podría aumentar aún más los ingresos.
Como cuarto donante de ayuda del mundo en 2022, Francia tiene un presupuesto importante que tiene un impacto significativo en las poblaciones vulnerables del mundo. La rápida implementación de estas medidas podría generar miles de millones, asegurando que Francia mantenga su liderazgo en la creación de un sistema financiero global más eficiente y justo. Por este motivo, muchas organizaciones piden a Francia que restablezca urgentemente sus compromisos de financiación. Allez, la Francia!